02 febrero 2006

Hamacas y mareas

No me lo van a creer pero mi hamaca tiene mareas. Es decir, de pronto llega el mar tratando de seguir a la luna y, también de pronto, se va dejando en mi hamaca olor a sal y caracoles y estrellas de mar y de las otras y árboles secos y los restos de un naufragio y un pedazo de esqueleto de ballena y hasta un cofre de pirata viejo y enmohecido y, ¿Por qué no?, una que otra sirena.

La explicación sobre la relación entre la luna llena y las mareas está en todos los libros científicos que se precien de serlo y consiste, grosso modo, en que en el mar de oriente la luna llena se refleja pero tiende a seguir su camino al oeste, cosa que desespera al mar que trata de alcanzarla, y conforme avanza va pensando ¿Y para qué?... No vale la pena…? Y decide regresarse dejando sobre la arena lo que guardaba en su cofre de cristal. En el mar de occidente ocurre a la inversa: Al salir por el oriente la luna provoca al mar y este hace por alcanzarla, casi inmediatamente se da cuenta que no vale la pena, que ella terminará por llegar a él, etcétera.

Los libros científicos abundan en fotos donde se pueden ver a l mar extendiendo sus manos blancas hacia delante y a la luna más bien indiferente. Bien, el caso es que al despertarme me encuentro con mi hamaca llena de esas cosas que el mar olvida en las mareas y ahí me tienen cavando una zanja para ocultar cofres con tesoros, las quillas de los galeones, las infinitas botellas con infinitos mensajes, y hasta una muñeca rota. Y ahí estoy, ocultando todo a mi entender para que nadie se de cuenta porque si no…

¿Qué a ti no te pasa así?

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Saquese despacio ese amor que le duele al respirar. Sacúdalo un poco para que despierte. Lávelo con cuidado, que no quede ni una sola impureza. Limpio y oloroso proceda a doblarlo tantas veces como sea necesario para tener el tamaño de la uña del dedo gordo del pie derecho.

Espere el paso de una hormiga, ser noble y generoso, y pásele la pesada carga. Ella lo llevará a guardar en alguna profunda caverna. Hecho esto, vaya y rellene, por enésima vez, la pipa de tabaco frente al mar de oriente. El olvido llegará conforme se termine el tabaco y el mar se acerque a usted.

Si quiere recuperar ese amor que ahora olvida, basta escribir una larga carta hablando de viajes desconocidos, hidras, molinos de viento, oficinas y otros mounstros igualmente terribles. A vuelta de correo tendrá su amor tal y como lo envío, acaso con un poco de polvo y sueño en la cubierta...

Vale de nuevo Salud y... ¿Nos vemos?

Subcomandante Insurgente Marcos.